La Masonería en sus orígenes a finales del S XVII, parte sobre una base de la libertad de pensamiento, libertad política, y libertad religiosa en la que guiados a través de la razón se desea encontrar la verdad.
Por lo que trata de introducir los principios ilustrados a la sociedad. Teniendo entre sus primeros adeptos a enciclopedistas, filósofos, y revolucionarios, entre los que se encontraban precursores espirituales y ejecutores de las revoluciones europeas como la francesa, y guerras independentistas en América como la de Norteamérica, y la de los países del sur del mismo continente.
Es un hecho notorio que la mayoría los ideólogos y dirigentes políticos de la Revolución francesa, fueron francmasones: desde los teóricos como Montesquieu, Rousseau, Condorcet, Voltaire, y D’Alambert, hasta los revolucionarios como Robespierre, Marat, Saint-Just, Desmoulins, Danton, Hébert, De Orleans, Fouché, Sieyès, entre muchos más.
Por lo que se puede considerar a la masonería especulativa en sus orígenes como una escuela de filosofía revolucionaria de ideas emancipadoras o libertadoras de los pueblos sojuzgados por tiranías, o en su caso por gobiernos extranjeros más poderosos. Dichos pensadores sustentaron sus ideas en conceptos racionalistas como las de Renato Descartes, siendo en su mayoría pensadores franceses que extienden y siembran sus ideas en otras latitudes, en donde nacen revoluciones contra los opresores -quienes mantenían a la mayoría de la población en el analfabetismo-, personificados estos déspotas por los reyes – que se consideraban de origen divino- y el clero representado por la iglesia católica y sus tribunales del Santo Oficio de la Inquisición. Instituciones dominantes que vieron con desconfianza el surgimiento de pensadores no afines a sus ideas y dogmas religiosos, que afectaban sus privilegios de mantener a un vulgo en servidumbre – desde allí parte la leyenda que el masón es satánico-, porque es un antagonista al querer encontrar la verdad de las cosas a través de la razón y del entendimiento mismo, y no a través de la fe, el dogma o la enseñanza religiosa.
Por lo anterior desde su origen la masonería considera a la Ignorancia en Pueblo, la Hipocresía en el Clérigo, y la Ambición de los Tiranos, como enemigos del progreso social, de la emancipación de los pueblos, y de la perfección del hombre. Y en contraparte promueve la libertad de conocimiento, libertad religiosa y política, el respeto a la dignidad del hombre y de los pueblos.
Como se puede observar estos pensamientos en la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de la revolución francesa, y de los diversos postulados en materia de derechos humanos -en la actualidad-, se puede ver que contienen los principios fundamentales francmasónicos, y del liberalismo, son acordes con los principios liberales de: libertad, igualdad y fraternidad, los cuales se siguen extendiendo en el mundo.
En la praxis política el liberalismo ideológico de la francmasonería se ha plasmado en las repúblicas democráticas, las cuales deberían avanzar hacia una sociedad sustentada en una justa y equitativa repartición de la riqueza, en la que el hombre al ejercer su libertad respete los derechos del prójimo, promueva la igualdad de derechos y oportunidades de todos, y la fraternidad como un fuerte vinculo afectivo en el que la alegría sea compartida con los demás.
En la actualidad, el temor de los gobiernos establecidos a la francmasonería, es por su profunda e incesante acción política, social y cultural, emancipadora de los pueblos, teniendo como antecedentes históricos el haber influido directamente en las independencias de infinidad de pueblos, y el nacimiento de naciones. Por lo que no deja de ser una institución en la que se han formado infinidad de líderes que han marchado a la cabeza de movimientos libertadores, arrastrando consigo infinidad de adeptos.
Por decir un ejemplo, gracias a la masonería surgió la agitación de la reforma que condujo a la abdicación del rey Luis Felipe De Orleans, en 1848, y consigo trajo el sufragio universal.
Ayer, hoy, y siempre- como el Dios Janos, que desvelaba los secretos del pasado, descubría el mundo de las apariencias del presente, y adivinaba el futuro. Las logias masónicas han sido, son y serán un laboratorio especulativo sustentado en la razón, experiencia e intuición, propias del investigador buscador de la verdad, tanto en el pasado en el que existió la explotación y el esclavismo del hombre, como de la forma injusta de gobernar en el presente, y su capacidad de ser visionario que pretende mejores horizontes para el progreso social y desarrollo integral humano.
En síntesis las logias deben ser un crisol de ideas nuevas en donde se nutran y se formen hombres visionarios que comprendan la importancia de la emancipación y autodeterminación de los pueblos y la perfección moral del hombre, a través de la luz de la razón.
Por lo que se puede decir sin temor a equivocación que el espíritu de la masonería radica en la perfección del hombre- de honor, virtud y talento, en aras de la emancipación de los pueblos. Porque para un Mason lo que hace el hombre para sí muere con él- su perfección, y lo que hace para sus semejantes, lo hace inmortal.