La sociedad desde su origen en el devenir de los tiempos, ofrece un doble aspecto de deshumanización, involución o retroceso, y de humanización, evolución o progreso. En la primera, antes mencionada la humanidad se hunde en la depravación, en la violencia, y en las pasiones y deseos incontrolados como la vanidad, ambición y el egoísmo, y la intolerancia a los que no son parte de una élite, un grupo, una religión, un pueblo o una nación, etc. Y en la segunda se eleva a la espiritualidad y al cultivo de la fraternidad, y forma una comunidad en donde brilla la armonía, la justicia, la solidaridad social, el respeto a los derechos humanos y por consecuencia el concepto de pueblo, y el respeto a las demás naciones y personas. Esto último es difícil de alcanzar.
Estudiando el pasado, se puede observar, que los pueblos cuando se materializan olvidan el ascenso del hombre a la espiritualidad, y en consecuencia avanzan a pasos agigantados al descenso de la materialización a través de una codicia extrema de posesión de bienes, y plena exteriorización hacia la búsqueda de bienes materiales para así hundirse en la violencia, bestialidad y depravación, lo que provoca su degeneración, como ocurrió con las culturas persa, griega, romana que tuvieron sus épocas de grandeza y su posterior decadencia a consecuencia de la deshumanización de sus elites gobernantes reflejadas en el ansia de poder, ambición, egoísmo, y demás deseos, que al no ser controlados, ciegan a las mentes de todo razonamiento y como consecuencia a la comprensión de la verdad. Lo que incita a explotar y abusar del prójimo, y a despojar injustamente de sus riquezas a los pueblos más débiles reduciéndolos a la miseria.
Se puede afirmar, que la historia casi siempre ignora a las clases pobres y se limita a hablar de ellas sólo en las raras ocasiones, solamente son protagonizan rebeliones, sublevaciones y revoluciones, como han sido las revueltas de los plebeyos contra los patricios en la incipiente república de Roma o la insurrección de los esclavos guiados por el gladiador Espartaco, etc.
Es indiscutible, sin embargo, que los desposeídos atraen la atención como campo fértil para el nacimiento de Profetas y Mesías salvadores de la humanidad, quienes buscan la felicidad de los pueblos y de los hombres mediante su emancipación o liberación de los primeros y la esperanza de una mejor vida a los segundos. Dichos salvadores crean religiones, como el caso de Jesucristo, que en el antiguo territorio de Palestina, inicio un movimiento sustentado en la enseñanza del amor al prójimo y liberación del pueblo palestino del imperio romano, y en quien se ha inspirado el cristianismo.
Aunado a lo anterior, se puede comprender, que en los tiempos de deshumanización y por consecuencia de decadencia de los pueblos, la conciencia humana reclama un salvador, un profeta, un Dios… y por ende la manifestación del Dios hecho hombre, el Dios encarnado que se halle unido a los sufrimientos de la humanidad, y por su inmenso amor espiritualice a la humanidad y su entorno, para lo cual deberá abatir a la tiranía, y ascender al hombre a un estadio de superior evolución moral e intelectual.
En la actualidad la mayoría de las religiones ofrecen la salvación del hombre con la llegada o el regreso un Mesías, el cual hará presencia en momentos difíciles o de crisis social. Tal promesa le permite al creyente soportar con estoicismo el sufrimiento y preparase al retorno del bien amado salvador y a las religiones mantener la fidelidad de la feligresía y evitar el surgimiento de nuevos profetas.
En la filosofía masónica se comprende que cuando el hombre conquista el mundo material y científico, pero no lo armoniza con un desarrollo compartido con su prójimo se deshumaniza, y se vuelve víctima de la opresión de la materia y de las pasiones incontroladas. Por lo que en su doctrina se enseña la práctica de todas las virtudes morales y sociales, que forman al hombre que hace el bien porque es bueno, no por sus frutos; no acapara la felicidad, la comparte, y el dolor del prójimo lo hace suyo.
A semejanza de las mayorías de las religiones la Masonería surgió en tiempos que el mitrado católico imponía su religión con la fuerza bestial de la Santa Inquisición, y los reyes ejercían poder absoluto sobre los súbditos, y el pueblo sumido en la ignorancia era víctima del abuso a sangre y fuego de la mitra y la corona. En oposición a las condiciones socioeconómicas inhumanas en las que se vivía en el S XVII, surge la masonería, la cual mediante el estudio, guiado de la luz de la razón, llegar a la verdad. El hombre al conocerse a sí mismo, encuentra al GADU dentro de sí mismo, el poder dentro de sí mismo, el Mesías dentro de sí mismo, no esperar un nuevo Mesías Y así avanzar hacia la emancipación y perfección del hombre, y la liberación y autodeterminación de los pueblos.