Entre los deberes más importantes de todo liberal es conforme a la doctrina masónica, se desprende la de trabajar con ahincó y sin descanso para destruir a los enemigos que hunden el desarrollo humano de la persona, familia y pueblos. 
Dichos enemigos se encuentran encarnados en la ignorancia, la hipocresía, y la ambición, debiendo combatirlos creando condiciones para el acceso universal a la educación, aceptando la libertad de creencias, y previniendo la existencia de tiranos. Lo que conlleva a vivir en donde mora la justicia por el temor a la ley, se erradica el privilegio por la fraternidad; se disuade el abuso en el ejercicio del poder por el respeto; y la acumulación desmedida de bienes se vuelve innecesaria cuando la felicidad se comparte, y se hace propio el dolor del prójimo, y solamente se encumbra un hombre sobre otro por la sabiduría, virtud y el talento.
La persona cuando se guía por la luz de la razón, accede a la verdad lo que le permite enseñar al ignorante para que no sea explotado por él astuto, descubrir al hipócrita para que no abuse de los sentimientos piadosos, y derribar al tirano para que no abuse del débil. 
Lo anterior mediante la verdad que han tratado de desterrar de la tierra los ignorantes, hipócritas y ambiciosos, personificados en pueblos fanatizados, intolerantes religiosos, y gobernantes asesinos, todos miserables verdugos. Para lograr sus pasiones exageradas de acumulación de riquezas materiales.
En la que el astuto explota los sentimientos generosos del ignorante, el pérfido los sentimientos generosos del creyente, y el ambicioso la indefensión del débil, todos para imponerles su voluntad.
Siendo indispensable para salvar a la humanidad de las miserias que la oprimen, la consumación de la suprema ley masónica la satisfacción de la conciencia, y el cumplimiento del deber.

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